Por Mauro Libi.- La gerencia no es cosa fácil. No se trata
de ningún modo de impartir órdenes, de mandar y mandar para que los demás
obedezcan sin chistar y ya.
Eso es simplemente una degeneración de la gerencia, un
liderazgo mal entendido.
El problema comienza cuando se quiere ejercer el control
absoluto de todo dentro de una organización. Se quiere que cada paso, cada
proceso pase por ojo del gerente o manager. La más elemental de las decisiones
no puede adoptarse sin que sea consultada con el todopoderoso gerente.
¿El resultado?
Un personal asfixiado que nunca alcanza los niveles de
perfección que exige el “jefe” y un gerente abrumado y agotado pues debe
supervisarlo todo.
Desmotivación, agotamiento y una empresa que apenas logra
funcionar.
Estamos en presencia de un micro manager, un “líder” que no sabe
delegar.
¿Cómo identificarlo?
El micro manager no
acepta bajo ningún concepto que sus empleados tomen decisiones sin consultarle.
Todo el tiempo están diciéndoles a los trabajadores cómo
deben hacer las cosas, cada tarea, desde la más elemental hasta la más
complicada. Es un ciclo que no se acaba nunca.
Aunque delegue pequeñas tareas, las sigue supervisando
permanentemente. No confía en sus empleados.
Mantiene al personal acorralado y no se le otorga un marco
de referencia que les permita llevar a cabo sus tareas con tranquilidad.
El micro manager estima que todos los demás son incapaces y
siempre está regañando, y sancionando a los trabajadores.
Terminan siempre haciendo el trabajo de sus empleados y
también el de ellos mismos, por lo que su estado de ánimo alcanza niveles de
crispación.
Como puede verse, el micro manager es un personaje castrador
dentro de las organizaciones que olvida que su labor es la de resolver los
grandes problemas y la planificación de actividades.
Ser dueño de la empresa o emprendimiento que gerencia obliga
a rodearse de personas en las cuales se debe confiar. Debe desarrollar lazos y
relaciones sólidas con sus trabajadores, con sus clientes, con los proveedores.
El gerente debe delegar y confiar en las capacidades de sus
trabajadores.
Sólo fije los objetivos y las metas y deje que sus empleados
decidan el procedimiento a seguir, siempre y cuando sea lícito y no afecte a
otras personas.
Premie la creatividad y motive a sus trabajadores.
Deje que sus trabajadores adquieran responsabilidades al
encargarse de los proyectos que usted determine o planifique. Esto redundará en
empleados identificados con la empresa y con un alto grado de fidelidad.
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