Por Mauro Libi Crestani. No hay dudas en cuanto a la
contribución que el desarrollo económico hace al bienestar a los países, pero
aún hay mucha labor que realizar para que dichos réditos tengan también impacto
en lo social y ambiental. No lo negamos, está ocurriendo, pero hay que insistir
en ello para así contribuir en la construcción de sociedades más justas. Los
beneficios económicos de los negocios tienen que tener eco en los medios
sociales y ambientales en los que están enclavados.
Una buena
manera de convencer a los empresarios de sumarse al tren de la Responsabilidad
Social Empresarial es presentarles el incremento que los indicadores
experimentan cuando la sociedad también obtiene dividendos del desarrollo que
las empresas experimentan.
Y es que
la Responsabilidad Social Empresarial se ha convertido en la actualidad en un
valor agregado y una ventaja competitiva para la empresa.
No en
balde es ya una certeza que las empresas y emprendimientos exitosos se
sustentan en el hecho de que poseen un capital adecuado, una buena gerencia,
sus productos y servicios son de calidad, tienen un amplio dominio de la
tecnología, cuentan con un buen servicio al cliente y tienen una estrategia
integral de responsabilidad social.
Así
tenemos que para la estrategia para la construcción de valor en las empresas
pasa por el hecho de que los beneficios estén dirigidos no solamente a los
clientes y accionistas, sino también a la satisfacer las necesidades de
todas las partes interesadas, entre ellas la sociedad.
Las
empresas tienen grupos de interés básicos que a su vez se pueden englobar en
otros tres grupos. Así tenemos los grupos de interés consustanciales, que
incluye inversionistas y asociados, en virtud de su interés financiero.
Luego
están los grupos de interés contractuales que son los mantienen contrato formal
con la empresa. Aquí encontramos a proveedores y clientes —o consumidores—, los
directivos y colaboradores.
En tercer
lugar están los grupos de interés contextuales a quienes corresponde trabajar
en procura de la credibilidad de las empresas y la aceptación de sus
actividades: este grupo incluye a las autoridades de gobierno y legislativas;
las organizaciones sociales y comunidades donde opera la empresa: los
competidores, en su relación con el mercado; y el medioambiente, dada la
sustentabilidad de los recursos presentes y futuros.
Es
fundamental el contacto y el diálogo permanente de la empresa y sus partes interesadas.
Es así
como las empresas han dejado de percibir la responsabilidad social como un tema
limitado a las acciones sociales o ambientales que puede llevar a cabo toda
organización en su comunidad, sino que tiene que ver con interacción con los
diversos públicos de la empresa.
A través
de la RSE las organizaciones se involucran con la sociedad y la comunidad, lo
cual redunda en un beneficio propio, puesto que toda acción que las empresas
emprendan para beneficio de su entorno, se convierte en lealtad de las personas
que integran el medio circundante para con estas empresas y sus productos y/o
servicios.
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