Por Mauro Libi.- Mientras las organizaciones luchan día a
día por optimizar al máximo el servicio que brindan al cliente, hay un tipo de
organización que conforme crece parece involucionar en materia de atención al
público: los bancos.
Decirle a cualquier persona que debe ir a un banco es
sinónimo de darle un golpe en estómago.
Conforme las instituciones financieras aumentan su
clientela, las terribles colas se hacen cada vez más insoportables, los
empleados se hacen cada vez más inaccesibles y la atención menos personalizada.
Una simple diligencia bancaria puede llevarle una mañana
completa y ni hablar de los trámites en los que se requiere la atención de los
encargados de negocio, las cuales pueden tomarle un día completo.
Resultan insufribles las respuestas recitadas de memoria en
las que parece no haber razonamiento alguno, sino que se repiten como fórmulas
dadas en los procesos de adiestramiento del personal bancario. Pareciera que la
lógica y el sentido común hubieran desaparecido por competo del raciocinio
bancario. Si su asunto no encaja en los parámetros bancarios, pues olvídese,
será imposible una respuesta razonada por parte de los encargados de la
atención al público o especialistas en negocios.
La banca por internet pareciera ser la alternativa ante
estas circunstancias, pero una considerable masa de la población —especialmente
las personas de mayor edad— tiene problemas para acogerse a estos nuevos
medios. Estas personas son, por ello, muy proclives a fraudes y estafas por los
inescrupulosos que se aprovechan de su impericia con el mundo web.
La banca telefónica también es una opción que ayuda a evitar
las colas. Se restrige a quienes poseen smartphones o teléfonos inteligentes.
Al igual que la opción anterior un grupo de usuarios se ve afectado por su
falta de experiencia en el manejo de estos dispositivos.
De las soluciones que los bancos han puesto al servicio de
la clientela, los cajeros automáticos parecen ser la opción más popular. Estos
dispositivos cada vez poseen más alternativas de servicio, aunque opciones como
el cobro de cheques sigue teniendo serias limitaciones.
A los cajeros automáticos las personas mayores parecen
haberse adaptado con más facilidad, tal vez por los años que tienen en uso.
Habrá que seguir esperando por las innovaciones que surjan
en el seno de las instituciones bancarias y financieras, que sirvan para hacer
más llevaderas y expeditas las diligencias y trámites que deben hacerse a
diario en estas agencias.
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