Por Mauro Libi.- Los tiempos y la sociedad han cambiado y
dichas transformación plantean nuevas exigencias, una de ellas es la necesidad
de la diversidad en las organizaciones de manera de integrar a las nóminas de
las mismas, personal proveniente de todos los estratos socioeconómicos, razas,
género, capacidades y habilidades, edad, de manera de generar valor agregado a
las empresas y emprendimientos.
El planteamiento sobre la necesidad de implantar la diversidad
en las empresas se deriva de la venta masiva de productos y/o servicios
destinados a personas que, por lo general, tienen una representación mínima o
nula dentro de las organizaciones.
Hablamos de mujeres, personas con discapacidad,
homosexuales, miembros de etnias y religiones.
Es un asunto que debe imponerse desde el proceso mismo de
selección del personal que labora en las empresas o emprendimientos.
Y es que aun cuando no se crea, en pleno siglo XXI, siguen
rigiendo viejas pautas que privilegian, por ejemplo, al hombre sobre la mujer,
o a personas de clase media o alta por sobre los provenientes de estratos
socioeconómicos inferiores, por referirnos sólo a dos aspectos. La
discriminación suele aumentar cuando se tocan otros aspectos como género o
religión.
Afortunadamente, las cosas han ido cambiando —no en la
medida en que se desearía— y las organizaciones han entendido que los
prototipos únicos de empleados no son, de ninguna manera, un modelo idóneo de
selección y, muy por el contrario, muchas veces es el germen de los problemas.
Pero las crisis tienen su lado bueno y han impulsado un
cambio de criterio.
Asimismo, los trances económicos mundiales, las fusiones
empresariales, la corrupción han servido para que se palpe la realidad y para
que el mundo globalizado se imponga haciendo ver que la diversidad es una
necesidad que hace grandes aportes e impulsa una visión renovadora a la manera
de abordar los procesos, a la forma de cerrar los negocios y, en fin, a la
cultura organizacional.
Se imponen los criterios de selección en lo que importa es
cumplir los requisitos del cargo, poseer un amplio índice de inteligencia
emocional, formación, experiencia, por encima del género, religión o condición
social.
Este es un asunto que tiene que seguir en evolución, pues,
aunque hay avances, es mucho el camino por recorrer, incluso, porque la
integración se hace muchas veces en virtud de la oferta que haya disponible.
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