En este contexto de la espiritualidad, el trabajo, el éxito y, con más razón, las empresas también están profundamente involucradas. Las reflexiones, investigaciones y estudio desde las ciencias empresariales sobre el presente y el futuro de las organizaciones se están acelerando.
Entre estas investigaciones ha surgido con vigor por parte de especialistas la necesidad de incorporar en la dinámica de las empresas un factor que no ha sido considerado entre las energías y dimensiones de la empresa. Es un factor trascendental para construir la naturaleza integral de las empresas y contar con todos los recursos que como seres humanos le podemos aportar para su mayor y mejor éxito. Este factor es la espiritualidad.
En nuestra cultura laboral suena extraño vincular la espiritualidad con la empresa, porque estamos acostumbrados a referir la espiritualidad y en general lo espiritual casi exclusivamente relacionado con lo religioso y en todo caso con lo privado e íntimo. Y cuando hablamos de empresa generalmente estamos pensando en acciones externas productivas para obtener beneficio económico y riqueza. En nuestro ambiente cultural ambas realidades, empresa y espiritualidad, parecen incompatibles o, por lo menos, tan distantes y diferentes que nada tienen que ver entre sí.
Pero la verdad es otra. Toda acción humana puede ser realizada con espiritualidad. Una acción es espiritual no precisamente por lo que hace, sino por el cómo lo hace, con qué intención, con qué motivación, con qué propósito. La acción recibe su valoración humana y su calificación trascendente por las causas, fines y vivencias afectivas que la han provocado, y después por sus frutos.
En la empresa, las relaciones humanas sin espiritualidad son in-trascendentes, se quedan en relaciones funcionales, privadas de la energía dinámica que da proyección transpersonal. La espiritualidad conlleva un racimo de valores, que repercuten en la calidad de los procesos en los que interviene cada miembro de la comunidad empresarial y su relación con la calidad del clima sociolaboral, la calidad de la producción y los productos. Es como la energía eléctrica y el aceite en el motor.
La empresa con espiritualidad se caracteriza o define con diversos rasgos. Hay quien la define así:
A) Una empresa espiritual es aquella que busca generar una organización que promueva bienestar inclusivo, con prácticas respetuosas y amplificadoras de las personas, comunidades y el medio ambiente, y con una repartición equitativa de las utilidades y beneficios del hacer empresarial.
B) Si recurrimos a otros especialistas o instituciones especializadas encontraremos definiciones diferentes con elementos comunes. No es de extrañar dada la riqueza de sentidos que tiene la palabra espiritual. Pero lo importante aquí es destacar que hasta el mundo empresarial está reconociendo que nuestra sociedad necesita construirse y desarrollarse con un concepto y modelo del actuar humano que asuma la totalidad del ser, la persona en toda su integridad.
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