Por Mauro Libi.- Las empresas y emprendimientos se mueven
con energía. Desde la aparición de la máquina a vapor, las economías comenzaron
a accionarse gracias a procesos generados a partir de estos aparatos y no de
las espaldas de los trabajadores de cuyos lomos dependió durante siglos la
productividad de las organizaciones.
De la máquina de vapor pasamos a la movida por combustibles
y electricidad y así hemos llegado a nuestros días. Pero el progreso y el
desarrollo que esto provocó también trajeron consigo otras consecuencias menos
provechosas. El impacto en el medioambiente que los combustibles fósiles y la
energía eléctrica y nuclear ocasionan ha llevado al hombre la necesidad de
buscar energías más amigables con el planeta.
El cambio climático, la escasez de agua y las emisiones de
gases efecto invernadero a la atmósfera procedentes del transporte y la
industria son una realidad así haya voces que aún se nieguen a reconocerlo. Las
consecuencias de ello pueden ser bastante dramáticas.
Afortunadamente, algunas empresas y emprendimientos han
tomado consciencia de ello y promueven e implementan medidas dirigidas a reducir
su impacto ambiental. Una actitud que, sin duda,
contribuye con el prestigio de
las organizaciones que asumen esta posición.
La Alianza Global de Inversiones Sustentables, GSIA, por sus
siglas en inglés, reveló que cada vez más empresas realizan inversiones para
incorporar procesos con criterios de sustentabilidad.
Incluso, en la Bolsa de Valores mexicana se creó en 2011 del
Índice de Sustentabilidad que agrupa a 34 empresas cuya característica
principal es el manejo y uso que hacen de los recursos naturales, la responsabilidad
social y el gobierno corporativo.
El criterio impuesto luego de la segunda guerra mundial de
pasar de las economías levantadas en torno a la agricultura para pasar a las
erigidas sobre la industrialización, está dando un viraje en los últimos
tiempos.
Es que se está tomando consciencia de que el progreso y el
desarrollo económico no puede ser a costa de lo que sea, mucho menos del
planeta mismo. Aún falta mucho camino por recorrer, pero ya es un avance los
cambios comienzan a operarse.
El acuerdo de París suscrito por los países del mundo en
2015 supone un paso adelante en el camino a lograr energías renovables que no
le pasen factura al medioambiente. Lo malo es que se trata de un proceso
sumamente costoso esto de lograr una economía baja en emisiones de carbono.
Los emprendedores social o ambientales no se han quedado
atrás en esta lucha y, en tal sentido, tratan de buscar alternativas que
redunden en el ahorro energético y el uso de alternativas amigables con el
ambiente y, que al final, también pueden ayudar mucho a aliviar sus
presupuestos. Un ejemplo de ello es la cantidad de emprendimientos que en el
mundo entero apuestan por el uso de energía eléctrica generada, por ejemplo,
por el uso de paneles solares.
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